Como con otros fenómenos, el sujeto vulnerable a este tipo de comportamiento puede, con todo derecho, cerrar las ventanas de su morada y acomodar lo que yace ahí dentro con seguridad. Sin embargo, no es aconsejable hacerlo. Aún existen músicos, barbados y enamorados, que tienen la grandiosa habilidad de compaginar sonidos y palabras de tal manera que sea imposible -o inútil- tratar de concebir el uno sin el otro.
Así sucede con el último disco de la banda norteamericana Fleet Foxes. Lanzado, apenas, en junio del dos mil ocho, el disco que lleva por nombre el mismo nombre con el que se bautizó la peculiar banda; está compuesto por once temas. Sobresaliendo algunos, de otros -pero, todos sumergidos en la misma línea de sonido encantador- no tardó tiempo en ser reconocido alrededor del mundo.
Para mí suerte, aterrizó en mi reproductor de sonido algún día a mediados de enero y, desde entonces, se ha esmerado por enraizarse a mis pensamientos, haciéndose imposible vivir un recuerdo tan sencillo como el último cigarrillo del día o tan glorioso como la playa, sin el obligatorio sonido de alguna de sus composiciones. Desde entonces, he tenido la suerte de dejar algo más que la ventana abierta. Y con ella han venido palabras, imágenes, películas, novelas enteras.
Si a Ud. le da por encerrarse en las esquinas que conoce, recuerde que por ahí hay una banda de estos tiempos que suena de la misma manera que suena la experiencia de lanzarse a una aventura tan íntima que sólo Ud. y su sombra sabrán lo que, en ella, acontenció. Reirán con complicidad y, sin duda alguna, repetirán las melodías: haciendo de Ud. un viajero indomable.
1 comentario:
bonito texto.
Gracias por el grupo. Me encante.
Disfruto meterme a tu blog y descubrir que has escrito algo nuevo.
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