viernes, 29 de mayo de 2009

El Recuerdo

No logro terminar de comprender qué hace tu recuerdo en este lugar. Sobre todo, cuando los dos sabemos que esto de recordarnos acabó hace un par de años. De cualquier manera, alguien rompió el contrato: tu recuerdo me asaltó ayer por la tarde, antes de que se acabara el día y de tal manera ha insistido ahora, que se las armó para ser una sola cosa con mi ansiedad por nicotina. Supongo que te podrías sentir orgullosa de que aún en este lugar estés presente. No deberías. De todos los posibles, el recuerdo que me persigue es el que decidimos olvidar aún estando juntos. Como cuando lo creamos, tiene la curiosa habilidad de convencerme de actuar de cierta manera aún sabiendo que la acción seguramente causará un dominó de dolor. Como a este lugar no podés llegar y como yo sigo siendo un hombre de pasiones, he decidido invitar al recuerdo esta noche a una cena de dos. Usaremos velas, cocinaremos salmón y, sin duda alguna, tomaremos vino. Cuando entremos en calor, le mencionaré tu nombre y le daré tus saludos. Luego, le convenceré de que la mejor manera de cohabitar es olvidarnos de vos y re-crearlo a él un puñado de veces. Le sugeriré que lo hagamos hasta que él satisfaga la necesidad de buscarme o, mejor aún, hasta que él pierda su cateogría pretérita y se vuelva una necesidad del día a día.

martes, 26 de mayo de 2009

Emancipación de los habitantes

Los dolores de cabeza de Anastasio se han convertido en algo insostenible. Por meses, los trató con una dosis de acetaminofén y dos tazas de café seguidas. Pero, fue a partir de este mes que la dosis automedicada perdió el encanto de su efecto y la crisis se convirtió en algo inmanejable. Algunos conocidos le recomendaron técnicas de relajación; pero, cualquier espacio que encontraba dentro de su cabeza se encontraba invadido por el dolor. Resulta comprensible que todas sus actividades cotidianas se vieran abruptamente atropelladas, dado que cualquier minuto del día era ocupado para pensar en como aliviar el dolor y en todas aquellas cosas que él podría hacer una vez librado de este. Entre movimientos torpes y procesos de pensamiento precoces, lograba vislumbrar una larga visita al caribe o a cualquier ciudad en donde no lloviera tres cuartas partes del año y en donde, obviamente, su cabeza estaría ocupada con crucigramas, música y escritura; en lugar de estarlo con un incesante latido de dolor. De cualquier modo, nada de esto sería posible: el encefalograma que tomó el lunes por la mañana mostraría que dentro de la cabeza de Anastasio viven un número de habitantes tan grandes como para componer una ciudad y tan apasionados como para emanciparse con fusiles y granadas con tal de reclamar todo lo que les ha sido negado por tanto tiempo. Ahora, miércoles por la tarde, el neurólogo está buscando una forma amable de comunicarle a Anastasio que su situación es una que no tiene arreglo.

jueves, 21 de mayo de 2009

Reunión de detectives

Señores, atención:
Tenemos claro que los elige de todo tipo físico; sin embargo, siempre los elige tristes. Además, sabemos que los encuentra en toda suerte de lugares; pero, sobre todo, en los bares. Para realizar su cometido, hemos determinado que posee una técnica exacta. Identifica, se acerca, seduce e invita. Para detener su ejecución, habríamos de interrumpirle antes del penúltimo movimiento. Nos han informado que una significativa mayoría de los testigos oculares señalan que después de dicha acción las víctimas pierden toda habilidad de presentar voluntad favorable. Sobre la operación que él lleva a cabo en sus aposentos, aún no sabemos algo cierto. Lo que sí sabemos es que las víctimas son devueltas a la ciudad con amnesia absoluta y sed desmesurada.
Señores, atención, guardemos silencio.
Para identificarlo, recurrimos inútilmente a nuestros dibujantes. Tenemos en nuestra posesión un fajo de bosquejos del posible criminal. Ninguno de ellos presenta coincidencia alguna. De acuerdo a nuestros detectives, una significativa mayoría de los testigos oculares señalaron características físicas disímiles para la misma persona. Aún así, tenemos por cierto que su actividad se está haciendo más invasiva con el paso del tiempo. Más y más personas de la ciudad han hecho de su vida una trayectoria plana, sin irregularidad alguna. De no detenerle, nuestra ciudad serán madres permisivas, jóvenes cansados, hombres castos, perros vegetarianos.
Señores, el que roba la tristeza es un hombre que ambiciona toda la belleza para sí mismo.
Señores: hay que detenerlo.

miércoles, 20 de mayo de 2009

La certeza de ser hombre

De los hombres lo que más envidio es el espíritu de certeza. Como con cualquier otro atributo importante, este no reside de forma abundante en los corazones de la humanidad; sino, al contrario, apenas florece en algunos de ellos. Para dejar esto más claro, debo especificar que no me refiero a la certeza que brinda una actividad cotidiana y sin trascendencia; sino, a la certeza que viene de un movimiento que, aunque puede ser tan sencillo como cruzar la calle, tiene las implicaciones que tiene la herencia de un millón de alternativas. El problema con la naturaleza de la certeza de la que estoy hablando radica en lo que esta exige del hombre que la hace suya. Desde donde yo estoy parado, la decisión inmutable de realizar el movimiento necesario es difícil por que requiere una sacudida de lo que forma el híbrido de carne y espíritu que el hombre guarda dentro de sí. Esta sacudida requiere la misma valentía que requeriría sobrevivir al ataque de la punta del dedo de dios. Se entiende que esta condición no se puede exigir a cualquier hombre. Cualquiera de nosotros, humanos, estaría en el derecho de negarse a vivir encaminado en la certeza de poseer el mapa adecuado ya que esto garantizaría un desenvolvimiento regular de los eventos. Aún así, es mi parecer que incluso para los que somos regulares existe la oportunidad de acercarnos a la seguridad de haber escuchado el llamado del espíritu. Para que Ud. sepa, dicho llamado de atención se presentará como un eco lejano dentro de su cabeza: se presentará en sus sueños, en el lapso solitario en el que Ud. observa las tardes lluviosas, escuchando alguna composición músical e, incluso, tiene la gracia de levantarse mientras Ud. cocina algún vegetal al vapor. Como no somos extraordinarios, nos parecerá que lo que la voz sugiere es una locura. Sin embargo, le invito a que tome nota y se someta a su dictado. Con seguridad, los primeros movimientos le parecerán torpes y apresurados; pero, tenga la certeza que, de escucharla, Ud. se encontrará más del lado de la certeza que del bando de la incertidumbre.

martes, 12 de mayo de 2009

Toma de posesión

Si no lo tiene, arrebátelo.
C. 2009
Por las maneras de su mirada supe de inmediato que el nuevo inquilino del edificio del que estoy a cargo no provenía de estas regiones. Como los demás habitantes del complejo, realizaba las actividades cotidianas sin ninguna eventualidad y aún así había algo de misterio en la ejecución de estas tareas que pertenecen necesariamente al orden de lo cotidiano. Aunque logré quebrantar su cerradura, no conseguí que el espejo en el que peinaba sus cabellos oscuros me respondiera de la forma respetuosa que lo hace con él por las mañanas y las noches; que es cuando este objeto le desea los buenos días y las buenas noches, según él se lo exija. Después de copiar todos los versículos de su escritura y no obtener un cambio de sintonía en el aire que me envuelve; supuse que tendría que acostarme con él y dejarle saber acerca de mi inconquistable apropiación de sus atributos con el afán de que el camino se me hiciera más fácil. Para su desgracia, esto tampoco dio resultado. La última vez que platicamos, confesó que el modo de sus ojos y el dominio tanto de sus hábitos como de sus posesiones se debe al alimento que comió su corazón años atrás en una región que exije de los hombres ciertas condiciones que yo no cumplo y nunca cumpliré. Recuerdo con exactitud su observación porque fue ese el momento en el que me pareció que su misterio no debía ser revelado con tanta facilidad por que en este edificio existen hombres como yo que estamos dispuestos a extraer las vísceras de esos que son mayores que nosotros con tal de salvarnos de las aplastadoras fauces de lo ordinario.

lunes, 11 de mayo de 2009

Aquí entre nos

La diferencia entre un hombre magnífico y otro que es sólo promedio radica en que el primero acata la orden que viene directamente de su pecho mientras el otro la ignora. La diferencia entre una mirada seductora y otra que no muestra más que el reflejo de la cotidianidad no tiene nada que ver con la postura del que la realiza; sino, al contrario, con la cantidad de veces que la primera se ha dejado seducir por lo que es más grande que ella. La más importante de las diferencias entre los hombres se encuentra en sus corazones. Bajo esta línea se pueden categorizar a los corazones en dos grandes tipos: los hay henchidos y los hay llanos. La diferencia entre la densidad de sus masas, la espesura de sus tejidos y el alcance de sus latidos está en la apropiación del órgano por parte del poseedor: el que lleva un corazón más vivo es el que un buen día escuchó las voces de este através de una red de incertidumbre y oscuridad; el que lleva un corazón más estéril es el que tomó por inquebrantable la certeza e hizo de esta un seguro de vida confortable.
En fin, en materia de diferencias entre los hombres me quedo con una sola: hay hombres completos y los hay incompletos.

viernes, 8 de mayo de 2009

Hombres más ligeros en The Darjeeling Limited

Probablemente, sea una de las personas menos confiables al momento de hablar objetivamente de Wes Anderson. Esto debido al inevitable sesgo favorable que presento respecto a sus películas; pero, aquel hombre que nunca ha sucumbido ante sus tentaciones: no tiene derecho a llamarse hombre. Así, llegó el momento indicado para platicar sobre The Darjeeling Limited, último largometraje del director antes mencionado.
Para los que no es primera vez que nos involucramos con el director, nos encontramos con más de los atributos únicos —y naturalmente encantadores— en los que nos ha venido envolviendo el director. Sobre todas las cosas, en primer lugar, se conserva la relación armoniosa entre la música y las escenas. Este fenómeno, debo decir, fue la carnada que me arrastró junto al director hasta el día de ahora. De alguna manera, el director y el colaborador musical se las arreglan para ensamblar escenas que no pueden ser escuchadas si no es con la música que ha sido designada para ella. Breve recuento: Needle in the Hay de Elliot Smith en The Royal Tenenbaums; Seu Jorge y cualquier escena de The Life Aquatic; y, por último, This time tomorrow de The Kinks en el filme del que ahora les platico.
En segundo lugar, se conserva el gusto por las tomas tajantes y descaradas que muy bien van de la mano con el tercer elemento: una cuota de humor ensombrecido que consecuentemente nos recuerda a la treta aparentemente insípida que puede ser la cotidianidad. Me atrevería a decir que es en esta conjunción de atributos en donde radica el disgusto de algunos espectadores por los filmes del director. Si así fuera, me parece muy razonable el sentimiento: estamos acostumbrados (bueno, algunos: estábamos) a que se nos presente, como espectadores, filmes que tienen un discurso muy bien definido: comenzar con un inicio llano, pero que se acerca a una pendiente positiva; continuar con un nudo irregular y terminar con un desenlace aliviador. Nada de malo hay en deleitarse en lo anterior; pero, tampoco existiría culpa en encontrar sensacional una trayectoria que se asemeja más al lento desenvolvimiento de lo ordinario y menos a una distribución normal de los eventos.
Todos estos elementos no serían nada sin la historia que el director y sus colaboradores quieren contar. Ahí es donde confluyen todos los atributos y presentan algo de valor al público. Con The Darjeeling Limited, se nos presenta la oportunidad de formar parte de la historia de tres particulares hermanos que se encuentran, quizá por falta de otras opciones, en un mismo viaje: uno que va liderado por un tren en el desierto de la India. No hace falta mucha perspicacia para tomar por símbolo la figura del viaje. El hecho es que durante esta travesía, ninguna religión o templo espiritual resulta tan efectiva en la obtención del resultado como lo es el hecho de hacer parte de uno mismo la historia propia y común de cada uno de los personajes. A diferencia de una producción taquillera, la cinta nos deja claro que ninguno de los tres personajes regresa absolutamente resuelto de la experiencia en la que se vieron envueltos; pero, mientras dejan caer el equipaje, nos sugiere que aunque no resueltos, los personajes se han transformado en hombres con más ligereza.
Talvez parezca que tardé mucho en escribir mi referencia sobre este filme en particular. Pero, no me resultó obvio sino hasta la quinta vez que lo observé que, en realidad, no hay nada más importante en él que la sugestión directa con la que este se refiere a la vida. Lo que quiero decir es que no hay que complicarse tanto: habría que ser como un filme de Anderson. Sencillo, tajante, cómico y, si se puede, acompañado de la música indicada.

sábado, 2 de mayo de 2009

Antes que nada, el caos

En algún lugar de ella, la pieza de porcelana italiana poseía una fuerza desconocida para los habitantes de la sala que adornaba día con día. Por esta razón, ninguna de las flores que depositaban dentro de su interior sobrevivía más de la mitad de un día. Las rosas, si blancas, se manchaban de adentro hacia afuera y envejecían con premura. Las amapolas se envenaban con su propia sangre y, las más valientes, saltaban del recipiente para conseguir una muerte digna sobre el suelo. Las margaritas, hasta entonces conocidas por su prudencia, con gritos exigían a los gusanos su exterminio. Morían desbaratadas sin el gusto de que algún invertebrado hubiese colaborado con su deceso. Aunque nunca se culpó al jarrón de los asesinatos, uno de los inquilinos —probablemente el más intuitivo— ubicó la pieza en otro lugar de la sala: uno que implicaba mayor riesgo. Ahí, al filo de un mueble más alto, ella estuvo a la merced de las manos de los niños. Ellos, en su brillante inocencia —que no es más que una desmesurada crueldad— consiguieron derribar la pieza de su pedestal y transformarla en un centenar de pedazos irreparables. Así fue como el poder oculto del jarrón se derramó sobre todo el lugar. Las flores, antes presas de sus fauces, crecieron sobre su cadáver. Todos juntos construyeron un nuevo espectro: uno, cuya fuerza, no sería desconocida para los habitantes.