miércoles, 23 de diciembre de 2009
Implosión
sábado, 28 de noviembre de 2009
El misterioso inquilino
jueves, 26 de noviembre de 2009
De como reclamar el nombre propio
lunes, 23 de noviembre de 2009
Extender las horas del día
domingo, 15 de noviembre de 2009
Puerta cerrada
jueves, 12 de noviembre de 2009
Callar al Demonio, saciar su sed
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Encuentre la única diferencia
Para haber sido un hombre foráneo, Diego ocupaba demasiado tiempo en el capricho de vivir las cosas de este mundo. Sus favoritas eran las sacudidas que provocaban las falsas emociones en su pecho. Sino, también tenía especial aprecio por todas aquellas sustancias que engañan al que sueña y apaciguan al que se queja. No dejaba de armarse de experiencias sino hasta tener colmadas todas aquellas exigencias del espíritu que él no sabía llenar. Era un ejercicio tanto doloroso como placentero. Placentero por que así es el fugaz instante en el que se cubre la boca del yo oscuro con la embriaguez del yo fantasma. Doloroso por que la luz del día sigue mostrando a las nubes como fehaciente prueba de lo que nunca escuchamos y lo que nunca seremos por cobardía. A Diego se le hacía imposible parar. El ejercicio aliviaba y lo retorcía mil veces al día. Para cuando se vino a dar cuenta, Diego estaba muy enganchado en su hábito. No tenía intención de corregirlo.
martes, 27 de octubre de 2009
Revelación
domingo, 18 de octubre de 2009
No es la última pieza del dominó
martes, 13 de octubre de 2009
El hombre y la bestia: Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1941)
domingo, 11 de octubre de 2009
Clara et moi
Es maravillosa. No requiere más que la apertura de dos corazones para ensamblar una historia lo suficientemente valiosa para ser contada. Lo suficientemente humana para ser escuchada. Lo suficientemente válida para morderse los labios y esperar que algún día Ud. sea el que se encuentre al Amor en el asiento de frente del metro de París.
Es sencilla. Por que a pesar de las complejidades que trae consigo enfrentarse a las decisiones que vivir esta vida implica, la decisión más adecuada se encuentra atada al corazón y no a la razón. Está ahí: en la voz oculta de la intuición. En esa que suena como a eco y que, sin embargo, es más fuerte que cualquier grito que alguna vez podríamos ejecutar.
Tiene música. No es difícil —y es magnífico— adjuntarle a los momentos la música que mejor se apega a ellos. Los intensifica. Les brinda una especie de filo con el que, en cuestión de minutos, se transforman en aquellos días que rigen todo lo que la vida será a partir de ellos. En esta oportunidad, el filme cuenta con la composición de Benjamin Biolay. Un trabajo digno de reconocer. Colabora con la fluidez y le permite al espectador formar parte de una historia de amor que, aunque no propia, por la música también puede pertenecer a él.
Es triste. Por que en este lugar en donde vivimos el territorio es irregular. No contamos con una pradera llana. En donde nosotros nos movemos hay altos y hay bajos. Hay altos muy elevados: tan elevados que es posible dejar de respirar por un segundo. También hay bajos: muy profundos. Brechas que se abren en el terreno y envían al hombre ahí adónde él pensaba que no tenía cabida.
Es rotunda. No siempre cumple las expectativas. Nunca pretendió hacerlo. Es, al mismo tiempo, aliviador y doloroso. Está llena de pequeños detalles que construyen todo lo que nosotros somos ahora. Está llena de pequeños defectos.
Pero, sobre todas las cosas, el filme es corto. El presente se piensa para siempre aún si dura unos cuantos minutos. El futuro depende directamente de adónde hayamos dirigido la mirada. De lo que dijimos y de lo que no. De lo que dejamos entrar y de las puertas que cerramos.
sábado, 10 de octubre de 2009
El agujero
sábado, 26 de septiembre de 2009
Corte de cabello
domingo, 13 de septiembre de 2009
Esta es la segunda vez que le veo
sábado, 12 de septiembre de 2009
Leaving Las Vegas
Leaving Las Vegas (1995) lo trata de averiguar. Se arma de un actor con cara de paranoia, de una actriz con una belleza muy sencilla y de una ciudad lo suficientemente brillante para cruzar con facilidad la línea que divide la celebración del hastío. Bajo estas directrices se hace posible desarrollar la historia de cómo un hombre comprometido va cayendo, a velocidad exponencial, en lo que podría clasificarse como territorio prohibido para la mayoría de nosotros.
Como suele suceder con cualquier filme que ilustre el lado oscuro del corazón humano, este también cautivó y aberró al público al momento de su salida. Los cautivó, quizá, por el grandioso trabajo del actor principal —quién, debe reconocerse, supo manejar muy bien la maravilla que es el abismo del espíritu del hombre— si no por ello, quizá por la frágil técnica que ocupó el director para filmar. Aberró por que sigue siéndole difícil al hombre dirigir la mirada hacia los cuerpos de aquellos que fueron más susceptibles a la corriente que mueve el corazón del hombre.
El sexo, la prostitución, el alcoholismo, las drogas, el masoquismo y la depresión en esta película pueden ser vistos de dos maneras. La primera, la más tradicional. Simples fenómenos resultantes de hombres que valen no más que nada. Elementos que se dejan al margen y que, por obra y gracia de la Sociedad, saldrán de nuestras calles y nuestras ciudades por acción de ellos mismos. Pero, también está la segunda. Estos fenómenos son las consecuencias de haber jugado y haber perdido todo el corazón en una sola carta. No es que sean modelos a seguir. Es que hay que reconocerles que los que ahora llevan esos monstruos encima le dieron la cara a la vida de una forma que, quizá, algunos de nosotros no hemos logrado.
El hombre que, como nuestro personaje principal, decide acabar con su vida de la misma manera en que comenzó a olvidarla; lleva dentro de sí un corazón animal, poco domesticado; que, como el niño, salvaje y violento responde a las carencias que no supo llenar nadie ni nada. Es caprichoso. Es estúpido. Es destructivo. Pero, ¿no es así, también, La Naturaleza? ¿No es así nuestro origen?
martes, 8 de septiembre de 2009
Turbio, caótico, caníbal
domingo, 30 de agosto de 2009
Un pequeño desajuste, nomás
martes, 25 de agosto de 2009
Dos días
domingo, 16 de agosto de 2009
Lo in-habitable
miércoles, 12 de agosto de 2009
A los ojos
lunes, 10 de agosto de 2009
Entre nosotros dos: el mar
miércoles, 5 de agosto de 2009
Sueño
viernes, 24 de julio de 2009
Tanto la víctima como el verdugo
miércoles, 22 de julio de 2009
Bonjour tristesse
De habernos conocido, ella y yo, nos hubiéramos arrastrado con nada más que la mirada a la parte más oscura de un salón. Aunque el tiempo nos haya jugado una mala pasada, Francoise Sagan y yo nos logramos encontrar en su primera novela. Bonjour tristesse (1954) es un relato exquisitamente corto en donde el lector es guíado, a través de las circunstancias, por la voz de su protagonista.
Como ya ha pasado antes, la voz de este personaje es la voz de una mujer joven. Una que se atropella con sus mismas palabras, se nutre de sus misma oscuridad. Se mueve únicamente bajo sus propias reglas y sus propias reglas se rompen bajo el espíritu salvaje que sólo sabe dar la juventud.
Para dejar de lado mi natural atracción hacia el caos y el exceso, debo señalar que el retrato que muestra un espíritu como este es uno que funciona para recordarnos la violencia que puede llegar a habitar dentro de nuestros corazones y lo exquisito que puede llegr a ser dejar de lado los convencionalismos y entregarse al placer más abrasador. Después de disfrutar de las palabras de Sagan, lo importante es reconocer que dentro de nosotros también reside una muchacha de dieciesiete años; capaz de mantener un estilo de vida poco noble y de rechazar la oportunidad de modificarlo aún a pesar de que aparezca con el rostro más sobrio y elegante que pudiésemos buscar. Aún a pesar de que ese rostro se parezca a la felicidad.
Francoise y yo lo reconocimos. Lo sabemos por que, cada quién durante su momento, insistió en mantenerse al lado del voraz espiritu de la juventud. Los dos confirmamos que la razón estaba de nuestro lado cuando nuestras miradas sedujeron a los hombres y a las mujeres de la manera más encantadora posible. Los dos entendimos adónde nos llevaba esto cuando despertamos una que otra mañana con la boca seca, las manos tristes y con un montón de recuerdos construídos con bebidas volátiles y besos efimeros. Los dos dejamos de luchar contra ello cuando nos dimos cuenta que tarde o temprano terminaríamos haciendo lo mismo.
miércoles, 15 de julio de 2009
IV Al viajero lo hace el viaje
Para llegar a la segunda de las ciudades que visité, tuve el suficiente tiempo de viaje como para pensar en todo lo que hasta ese día había acontecido. Sin embargo, no fue así: una especie de desmesurado sosiego me invadió y permanecí inmóvil, callado. Recuerdo haber despertado cuando en algún momento el bus en el que viajaba cortaba el denso aire que se mueve alrededor del lago más grande de la región: sus grises colores inundaban el panorama, Tuve unas repentinas ganas de gritar, pero me contuve y la desesperación desapareció con el trago de saliva que dí antes de volver a dormir. A la ciudad, llegué por la noche sólo para encontrarme infinitamente agradecido por tener la oportunidad de ver, desde un balcón, como todo un valle de luces se mueve en el vaivén de una hamaca invisible que parece alentar a los hombres a que sueñen para rápidamente envolverlos, presas oníricas, en un sueño colectivo que tranquiliza hasta el más insomne de ellos.
martes, 14 de julio de 2009
Un beso, una puerta
viernes, 10 de julio de 2009
Corte, pausa, acción
lunes, 6 de julio de 2009
Breve nota del escritor
lunes, 29 de junio de 2009
Por el momento, no hay hora exacta
jueves, 18 de junio de 2009
Dese el crédito de estar vivo
lunes, 15 de junio de 2009
Ruta paralela
En la cabina del autobús, siempre soy el último en conseguir compañero de viaje. Aún cuando llueva con crueldad en las calles, los viajeros prefieren esperar la llegada del otro autobús antes de sentarse junto a mí. Los muchachos que se acercan a mi edad pasan de largo y, casi siempre, llevan en sus rostros una mirada recelosa. Las muchachas, más gentiles, sonríen con vaguedad y prefieren acercarse a algún otro que, seguramente, les cederá el asiento. El conductor, consciente del fenómeno, ha decidido reservarme el par de asientos que se encuentra detrás del suyo. Nomás me ve subir las escaleras, baja la mirada y extiende la mano. Algunas veces, ni siquiera revisa si la cantidad de monedas que le doy es la adecuada. He llegado a considerarme afortunado: después de todo, puedo poner más volumen al aparato de música sin que nadie se moleste e, incluso, tengo la dicha de no lidiar con las manchas de saliva del que, como cualquiera, se adormece con el ronquido del motor y deja caer su cabeza aplomada sobre el hombro del acompañante. La ruta que tomo es una que cruza la ciudad en dos horarios distintos cuando la tarde se encuentra en todo su esplendor. Aunque me haya armado de nuevos hábitos para pasar el tiempo (canciones suaves, libros de aventura, libretas de pasta dura, plumas y lápices) no he logrado dejar de sentir pena cada vez que me entero de alguna historia maravillosa que tomó lugar en la ruta y en el autobús en el que yo me muevo: las hay de amor, de venganza, de asesinatos, de conseguir ideales, de Dios y del Diablo. Es por ello que he decidido recortarme el cabello, cambiar algunas de mis chaquetas y usar un perfume menos agresivó. Tal es mi propósito que estoy dispuesto a dejar las canciones y las camisas limpias de lado, con tal de conseguir salir de la trayectoria de autobús paralela en que me he movido hasta ahora y que, además, es una que no se empapa de los muchos espíritus que componen a este vehículo, a este camino y a esta ciudad.
martes, 9 de junio de 2009
De cómo mantenerse a salvo en la ciudad
Himno de la luz
martes, 2 de junio de 2009
Tan sencillo como cruzar la calle
Conozco a un hombre al que se le acusa de locura por que se le pasan los días cruzando la calle J de un lado a otro. Cuando pregunté a los viejos de la cuadra por que se le había sentenciado así, me respondieron que una de las definiciones más usadas para categorizar la demencia era la que calificaba bajo esta naturaleza al hombre que realiza el mismo movimiento varias veces esperando un resultado diferente. Cuando le pregunté al acusado el por que de sus acciones, señaló que él no era un hombre que casaba con dicha definición. De acuerdo a su punto de vista, el hombre que cruzó la calle J de un lado a otro, por vez primera, no era el mismo que lo hizo más tarde en sentido opuesto. Observó, además, que a la luz de su descubrimiento se debería denominar como enajenado al hombre que no reconoce que lo que reside dentro de nosotros requiere de movimientos físicos tan sencillos como cruzar la calle J para transformarse en algo nuevo. Aclarado esto, resulta abrumadoramente obvio que este hombre se haya entregado con fervor a este movimiento bidireccional: no hay hombre que estando en sus cinco sentidos renuncie voluntariamente a todos los hombres que puede ser en una sola vida.
Bajo estos nuevos principios, concluí que en la cuadra que atraviesa la calle J hay más locos de los que creía y menos hombres de los que deberían.
viernes, 29 de mayo de 2009
El Recuerdo
martes, 26 de mayo de 2009
Emancipación de los habitantes
jueves, 21 de mayo de 2009
Reunión de detectives
miércoles, 20 de mayo de 2009
La certeza de ser hombre
martes, 12 de mayo de 2009
Toma de posesión
C. 2009