domingo, 13 de septiembre de 2009

Esta es la segunda vez que le veo

Esta es la segunda vez que le veo. Está un poco más delgado. Pero, no es eso lo importante. Lo importante es que está aquí. En este lugar. A solo un brazo —quizá también un beso— de mí. Lo noto algo serio. Quizá, cambiado. Me sonríe. Se toma el tiempo de darme algo más que un saludo. Un abrazo, una señal de confidencia. Algo que deje claro que nos acostamos el año pasado. Como siempre, primero circundamos el territorio con una conversación agradable. Preparo mi mirada. Quiero que diga lo que tiene que decir. No sé si lo consigo. Como la última vez que lo vi, aún no consigue detener las implicaciones de mis ojos sobre los de él. Ve hacia otro lado. El cuello me aprieta. Decido apresurar las cosas, me muevo hacia la parte más apartada del jardín. Me sigue. Me besa. Su cuerpo está cerca del mío por la fuerza con la que su brazo empuja mi espalda. Nos acostamos. Para mí es mejor que nunca. No digo mucho. Duermo viéndolo. A él. Que se ponga encima de mí, le pido. Que así voy a dormir mejor. No se queja. Lo hace. Por la mañana amanecemos en camas separadas. Me aflige. Decido pensar que algo le sofocó. Después de todo, había sido una noche muy calurosa en la ciudad. Ahora sé que se trataba de la primera señal. Nos volvemos a citar. Lo mismo de siempre. Ahora detiene los besos para hacer preguntas. No son como antes. Son preguntas muy complejas para decírseles al amante. Respondo que sí o que no. Entristezco. Adelgazo. Me emborracho. Le invito a una cena privada. Tengo la esperanza de encontrar lo que tuvimos. Quizá por la noche. Quizá ahí. No pasa nada. Vuelvo a entristecer. Vuelvo a adelgazar. Me vuelvo a emborrachar. No sé por que lo hice. Desnudarme así frente a él. No lo había hecho antes. Le dí la oportunidad a él. Que viene de muy lejos. Que no tiene más relación conmigo que un verano hace un año. Uno mágico y efervescente. Uno que no volverá a ocurrir. Él no lo sabe. Que lo de hace un año fue único. Él piensa que ahora tenemos algo mejor. Él cree que esto nunca fue algo. Él nunca se enamoró. Se va. Tomará su avión. Dice que nos podemos encontrar en Madrid en Septiembre del próximo año. Sonrío. Suavizo el rostro. Pienso en el próximo año. Pienso si podré volverlo a ver. Pienso en él. Pienso en mí. Pienso en el beso que ahora él le dará a alguien más. Pienso en el beso que no me dio a mí. Apretón de manos. Cierre. La noche cae por las ventanas de mi habitación. El silencio de la ciudad. El callado quejido del corazón que está roto. El suave cascabel que es el miedo creciente de volverse a enamorar.

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