lunes, 16 de marzo de 2009

Rostros genuinos en Revolutionary Road

Hay algo de perturbación y encanto en la forma que tiene la tragedia de gestarse, como un tejido inseparable, en los corazones de los hombres.

De Sam Mendes, nos llega Revolutionary Road: último de sus trabajos, basado en la novela de Richard Yates y muy bien logrado con la ejecución de dos -muy conocidos- actores del cine norteamericano.

El filme se desenvuelve a partir de un anuncio del trágico porvernir y aunque en su mayoría se desenvuelve bajo la tensa línea de la desgracia, deja respirar con breves momentos de fugaz esperanza. Quizá por esta peculiar característica, es que al momento de presentarse en una sala de cine nacional, algunos espectadores decidieron poner fin a la tortura y retirarse.

Sin embargo, para algunos de los que nos quedamos con los ojos y las bocas abiertas, el filme resultó un relato muy fiel a lo que puede resultar una serie de decisiones muy comunes y, para desgracia de esta vasta mayoría: muy equivocadas. Lo que la historia propone es tan sencillo de entender como lo es estar consciente del vacío, la desazón o la pesadumbre que insiste en permanecer en el corazón del hombre que se ha negado a vivir la vida que su mismo rostro, perdido en algún lugar entre el miedo y el olvido, le exige vivir con el advenimiento de cada nuevo día.

Por experiencia propia, sé que esto es difícil de asimilar. Para los otros espectadores, también lo fue: prueba de ello son los recipientes de comida a medio tocar y la ausencia palpable de las tradicionales bromas que ocurren los miércoles, cuando los tiquetes bajan de precio. Sin advertencia alguna, la audiencia fue arrastrada a la sala por una carátula que se asemeja mucho a las películas que cuentan épicas historias de amor. Estoy seguro que más de alguno se fue sorprendido -y quizá decepcionado- con la ejecución conjunta de dos actores que, la última vez que estuvieron juntos en escena, homenajearon a un amor que sobrevivió la tragedia física.

En esta oportunidad, uno de los dos sobrevive a la tragedia física. El otro no sobrevive ni a la física, ni a la espiritual. Aún así, aún así de triste, el filme tiene el encanto de mostrarnos todo esto en menos de ciento veinte minutos y lo hace con una dirección excepcional. Contar la historia de los desvalidos es tan válido como lo es contar la historia de los héroes: es en la de los primeros en donde se entiende el porqué de los ánimos vencidos de algunos de los hombres que hoy son nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros hijos, nuestros ciudadanos.

Es en la historia de los desgraciados que uno encuentra motivo suficiente para regirse por las líneas del auténtico rostro que uno tiene cuando se obedece a un ideal.

2 comentarios:

Rodrigo Dada dijo...

Me encanto esta pelicula.
Buena direccion, super fotografia, actuacion impecable. Me encanta el personaje del loco que simboliza " la locura" derrotada de los sueños, que lastimosamente, pocos llegan a ver la luz.

La Inclusión dijo...

Ah, si también me gustó ese personaje. Pero, mi favorito era la Winslet: "la amo" jaja