lunes, 20 de abril de 2009

Hoy, en la sección de las virtudes: La Prudencia


Jota no sólo tiene seis años de escribir, sino, además: los documentos necesarios para respaldarlos. A pesar de esto, no se proclama como un escritor. Ni siquiera en materia de pasatiempo. Sus amigos más cercanos piensan que esto se debe a su constante renuencia por la mayoría de asuntos sobre los cuales la vida trata. Pero, nosotros que prestamos más atención sabemos que se trata de una cuestión de respeto. Por eso es que prefiere la notoria vaguedad que deja su respuesta, que es silencio, al momento de preguntarle a qué ha decidido consagrar su vida.
Con relación a algunos temas, Jota tiene una claridad pasmosa. Los textos que son fieles a este estado presentan una coherencia envidiable y conclusiones que sólo parecen obvias cuando se beben directamente de los recipientes en los que él las ha vertido. Aún así, estos muslos de conocimientos están encerrados en una habitación oscura y, según lo platicado con él, permanecerán ahí por más tiempo del que al principio creíamos era necesario.
El punto clave para entender su decisión reside en lo que se asimila a una paradoja: Jota es un hombre de palabras. Está enamorado de ellas y sabe cuándo y cómo liberarlas según alguna extraña composición química que se infunde en su cabeza. Sin embargo, Jota entiende que las palabras no son suficientes. Aquí mismo reside la paradoja. Para que su espíritu creador se procree necesita de una caja de herramientas que, por sí solas, no prometen ser útiles en la faena: mucho menos las más adecuadas.
Esto último lo entendimos cuando bebimos con él gin y agua burbujeante: él, entonces, explicó que aunque él quisiera transformarse en las minúsculas partículas de agua que quedan flotando en el aire, no puede hacerlo por sí mismo y, por eso, debe coparse de todas las permutaciones que las letras del español le permitan. Nosotros le hicimos ver que si su entrega de desbordaba por encima del perímetro permitido, rozaría peligrosamente la locura y, como en el caso de los no identificados, se quedaría en el olvido y en el anonimato.
Aunque no entendemos por que Jota ha decidido desperdiciar el encantador discurso que había logrado en algunos de sus textos incompletos, entendemos que su misma condición le haga irresistible mantenerse en una constante —y probablemente: inconquistable— búsqueda de la figura que logrará construír un libro que seduzca el corazón de los hombres y lo acerce, de la manera más próxima, a lo desconocido. Lo entendemos mejor de lo que ustedes se imaginan por que tenemos, desde el inicio de los tiempos, hospedaje en la cabeza de todos los hombres: Incluso en aquellos que perdemos en la frontera que tratamos de confundir con el imposible.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Cuando me preguntan que quiero hacer de mi vida me invento algo como "quiero ser profesora de ingles en vietnam", o "voy a trabajar en la OEA" o me voy a ir a españa a trabajar de camarera". Osea I lie. Podrias hacerlo y devertirte de esa manera.

Nice text.

La Inclusión dijo...

Gracias carmen. Seguiré tu consejo ;)