viernes, 29 de mayo de 2009

El Recuerdo

No logro terminar de comprender qué hace tu recuerdo en este lugar. Sobre todo, cuando los dos sabemos que esto de recordarnos acabó hace un par de años. De cualquier manera, alguien rompió el contrato: tu recuerdo me asaltó ayer por la tarde, antes de que se acabara el día y de tal manera ha insistido ahora, que se las armó para ser una sola cosa con mi ansiedad por nicotina. Supongo que te podrías sentir orgullosa de que aún en este lugar estés presente. No deberías. De todos los posibles, el recuerdo que me persigue es el que decidimos olvidar aún estando juntos. Como cuando lo creamos, tiene la curiosa habilidad de convencerme de actuar de cierta manera aún sabiendo que la acción seguramente causará un dominó de dolor. Como a este lugar no podés llegar y como yo sigo siendo un hombre de pasiones, he decidido invitar al recuerdo esta noche a una cena de dos. Usaremos velas, cocinaremos salmón y, sin duda alguna, tomaremos vino. Cuando entremos en calor, le mencionaré tu nombre y le daré tus saludos. Luego, le convenceré de que la mejor manera de cohabitar es olvidarnos de vos y re-crearlo a él un puñado de veces. Le sugeriré que lo hagamos hasta que él satisfaga la necesidad de buscarme o, mejor aún, hasta que él pierda su cateogría pretérita y se vuelva una necesidad del día a día.

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