domingo, 16 de agosto de 2009

Lo in-habitable

Hasta hace unos días, esta no era vivienda extraña. Al menos, en apariencia. Tres habitaciones, un jardín pequeño, cocina y sala-comedor. Nada del otro mundo. Los inquilinos que viven debajo del suelo y al margen de las esquinas, decidieron que era momento de entregarme un mapa completo de mi hogar. Algo habrá tenido que ver mi constancia en el ciudado de los geranios y, sin ánimos de modestia, mis invitaciones a cenar que siempre fueron bien recibidas. De acuerdo al nuevo mapa, mi vivienda se extiende desde aquí, por debajo del suelo, hasta una profundidad difícil de adivinar. No me mostré muy sorprendido. Algo de eso sospechaba por los sonidos que venían desde ahí en la noche y que, con el tiempo, dejé de confundir con los sueños. Como nunca he sido muy confiado, acepté la invitación a recorrer las nuevas locaciones con algo de descontento. Tampoco me sentía cómodo con la constante presencia de los inquilinos del otro lado. Aunque buenos comensales, me parece que siempre andan de prisa. Sus pequeños pasos pueden llegar a ser irritantes. Cuando finalmente conocí el lugar, quedé encantado. Resulta que acá abajo las paredes están construídas con retazos de lo que llevo y he llevado adentro. Hay paredes enteras que, aunque saben a mi nombre, me son totalmente desconocidas. El inquilino más antiguo me ha explicado que entre más se avanza en el edificio, más se va descubriendo algo de la profundidad de mi pecho. Me ha dicho que, en términos convencionales, esas son las zonas más exclusivas para habitar. También dijo que aún no estoy listo para conocerla: aún si se trata de mi propiedad. Su invitación es que me mude ahí abajo. Junto a ellos. Piensan que es la mejor forma de convertir este lugar en una fortaleza. En algo así como un mundo completo. Les he dicho que no se preocupen. Que mañana mismo estaré ahí. Dejaré la superficie inhabitada. Cuando me preguntaron por los geranios y las cenas, les dije que no había problema. Que aquí abajo crecerían geranios nuevos. Que las cenas serían banquetes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Surrealista en el sentido anticuado y positivo del término.
Muy bueno.